Hola chicas!
¿Cuantas veces te has peleado con alguien por defender tu razón? Seguramente sean muchas veces, como me ha pasado a mi, a todos. Cuando defendemos con uñas y dientes la forma en que nosotras vemos una situación, estamos dando por hecho que quien tenemos enfrente está equivocado. Siempre buscamos que nos den la razón, queremos imponer nuestro propio punto de vista y sin darnos cuenta lo que hacemos es atacar a nuestro adversario/a. Lo que ocurre es que esa persona lo que hará es contra atacar, se sentirá ofendido/a y hará lo mismo que nosotras, defender su razón, su propio punto de vista. Así comienzan las discusiones y así terminan: con dolor, enojo y a veces resentimiento.
Interpretamos la vida de forma subjetiva. Sinceramente a estas alturas ni siquiera sé si existe la objetividad. Todas las personas percibimos la realidad de una forma diferente, todo es relativo. Depende de con qué cristal se mire y desde dónde.
Cuando estudié PNL me acuerdo perfectamente cuando me enseñaron uno de sus principios: “Tu mapa no es el territorio que describe”.
La situación que tu percibes, por ejemplo con amigas, con tus hijos, con tu pareja, no responde a la situación real. En ese mismo momento todas las personas con las que te encuentras están percibiendo la misma situación de forma diferente. Puedes tener más afinidad con unos que con otros pero al final la interpretación será subjetiva, es decir personal. ¿Quién tiene la verdad? Todos!
El tipo de interpretación que realices de cada palabra que te dicen, de cada cosa que ves y cada sonido que oyes, es lo que marcará la gran diferencia en tu vida, y por que no, en tu felicidad.
La interpretación que tu haces se basa en tus creencias, esa información que tu tienes en tu interior respecto de cómo tiene que ser la vida (los hombres, las mujeres, la familia, los hijos, las relaciones). El problema es que no todos partimos del misma base y no todos tenemos el mismo baremo. Si llegas a comprender esta idea, puedes cambiar el rumbo de todas tus relaciones.
El problema no es lo que te dicen, sino lo que tu haces con eso que te dicen.
¿Qué pequeña acción puedes hacer para renunciar a llevar la razón, para fluir y entregarte a la sabiduría de la vida?
Toma conciencia del impulso, esas ganas intensas de querer llevar la razón. Simplemente con darte cuenta cuándo empiezas a tener ganas de imponer tu razón ya estarás dando pasos hacia tu transformación y te estarás acercando a una vida más feliz y plena.
No le des más importancia a “lo que es correcto y lo que no lo es” como a sentir paz interior y conectar con la fuerza poderosa del amor. Lo correcto y lo incorrecto no existe, es solo un juicio que haces para comprendes lo que esta pasando. Acepta lo que es y luego haz algo con ello.
Algunas preguntas que puedes repetir mentalmente que harán que cambies de frecuencia lentamente y te ofrecerán respuestas sorprendentes:
¿Cómo puedo ver esto de otra manera?
¿Estoy actuando desde el amor o el rencor?
¿Esto me acerca a la paz o al caos?
Renuncia a las críticas, acusaciones y juicios de valor que cierran tu perspectiva. Cada vez que te encuentres en medio de alguna de ellas, toma conciencia, entrega a la vida las interpretaciones y pensamientos que son causa de tu dolor. Y enfoca tu atención y energía en alguna de las preguntas anteriores. Abre tu mente y entra en el campo de todas las posibilidades.
Recuerda. Siempre puedes hacer algo para resolver y encontrar un punto de encuentro. Deja de esperar que la otra persona haga algo y concéntrate en tu poder de creación. Cada acto, pensamiento, palabra y emoción van dando forma a la vida que vives. Elige pensamientos, palabras y actos que te acerquen y alineen a tu felicidad, paz interior y plenitud.
Deseo que aporte amor a todas tus relaciones.
Natalia
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