A veces pareciera que quisiéramos hacer desaparecer los problemas… problemas de pareja, problemas en el trabajo, problemas de dinero, con nuestros proyectos, problemas con el peso, de ansiedad… problemas, problemas y más problemas…
He buscado su significado: “Un problema es un determinado asunto o una cuestión que requiere de una solución.”
Cuando lo leí, lo primero que pensé es… que sencillo, no? solo hay que buscar soluciones. Sin embargo, a veces, nos identificamos tanto con “ese” problema que somos incapaces de encontrar esa solución y, en ocasiones, aun sabiendo cual es la solución somos incapaces de ejecutarla.
A veces ni siquiera sabemos realmente qué nos pasa, solo sabemos que nos sentimos mal, un sentimiento de insatisfacción prolongada que no encuentra consuelo.
La forma en que decidamos responder a nuestros problemas, la forma de percibirlos e interpretarlos, la forma en que nos hablamos cuando tenemos un problema, determina, sin lugar a dudas, una gran diferencia.
Por ejemplo, cuando atravesamos problemas de dinero, lo que hacemos, inconscientemente, es comenzar a prestar atención a las deudas, a todo lo que hay que pagar, a lo que nos falta… pero no pensamos en qué podemos hacer nosotros para generar más ingresos o para pagar nuestras deudas.
Si tenemos problemas con alguien en el trabajo, comenzamos a pensar en todo lo “malo” que tiene esa persona y en todo lo que nos hace sufrir pero no pensamos en qué podemos hacer nosotros para mejorar esa relación o para que “eso” que hace no nos afecte.
En lugar de utilizar los problemas como una puerta hacia nuestro interior, solemos poner la mirada en el problema, en el afuera, esperando que, de alguna forma mágica, se solucione.
Comprender que los problemas forman parte de la vida y que son grandes oportunidades para conocernos mejor es un paso indispensable, o al menos lo es para mí, para vivir en plenitud, independientemente de nuestras circunstancias externas.
¿Qué puedo hacer yo para cambiar esto?
Es una pregunta de cabecera que siempre te saca del lugar de victima o de “espera” para tomar el control de tu vida y aportar soluciones a lo que te va ocurriendo.
Vivir plenamente es dejar de luchar con nuestros problemas para aceptarlos y resolverlos, con naturalidad y con amor.
Comienza marzo, nuevo mes, nueva energía. Escribe todos tus problemas en una hoja y al lado, las posibles soluciones y luego: HAZLO. Si te equivocas, refina la estrategia y vuelve a HACERLO. No te quedes en el lugar de la queja y la inacción.
Cree en ti, pon en orden tu mente y ponte en marcha.
Si te sientes algún problema del que no puedes salir, no dudes en escribirme. A veces, es bueno contar con alguien.
Con amor,
Natalia.