¿Eres una persona exigente?
¿Tienes esa voz en tu cabeza que no para de decirte todo lo que debes hacer?
Durante mucho tiempo tuve un diálogo interno súper exigente. Una voz que siempre iba en busca de la perfección, de “querer ser perfecta”.
La exigencia no da lugar al aprendizaje, fallar no es una opción.
“Querer ser perfect@s” es realmente agotador. Creamos demasiadas expectativas que no dejan espacio al error ni al aprendizaje.
Cuando comencé a estudiar coaching y PNL descubrí la palabra “excelencia”, y no solo la descubrí sino que comprendí que era una invitación a un cambio de perspectiva total.
La excelencia ve en el error una oportunidad única de aprendizaje. Da lugar a la elección, a hacer las cosas porque queremos y no porque una voz interna nos obligue a hacerlas.
La excelencia es un compromiso con nuestra felicidad. Nos permite conectar con nuestro mayor potencial en cada cosa que hacemos.
Cuando estoy en modo exigencia “soy buena” según las cosas que hago, del lado de la excelencia, en cambio, comprendo que “soy buena” independientemente de lo que haga.
Soltemos la auto-exigencia, el qué dirán, el “debes hacer tal cosa o tal otra”, soltemos el querer agradar, el querer ser perfect@s, el caer bien, el decir sí cuando en realidad queremos decir noooo.
¿Qué te gustaría soltar?
Conectemos con la excelencia que no es otra cosa que elegir hacerlo de la mejor forma que sabemos hacerlo, con alegría, en gratitud y desde el amor.
Con amor,
Natalia